Lobby contra la alconafta

Franco Fogliata - Consultor azucarero - Ex ministro de la Producción

En 1978, el Gobierno de la provincia impulsa el plan Alconafta, con la idea de elevarlo a nivel nacional al año siguiente. Casi 10 años después de la crisis del cierre de los ingenios, el rendimiento fabril había subido de 7,81% en 1967 a 9,47% en 1972 y a 9,804% en 1984. La recuperación azucarera estaba en marcha. En 1980, el Gobierno nacional se hace eco del plan Alconafta, y lo extiende de las tres provincias donde regía a 12 que aceptaban la mezcla y se adherían a esa política bioenergética. En 1983, Tucumán producía 932,669 toneladas de azúcar; pero año por año iba bajando; y en 1989 baja a 413.848 toneladas, debido a una feroz sequía. A raíz de eso, las petroleras le tuercen el brazo al presidente, Raúl Alfonsín, que elimina las exenciones impositivas que tenía otorgado el plan Alconafta. Ello impactó fuerte en Tucumán, por las inversiones que habían hecho las destilerías; y así desapareció el plan Alconafta.

En 1991, con Carlos Menem, se produce la desregulación azucarera y la desaparición de la Dirección Nacional de Azúcar. El 87,5% de los 13.255 cañeros que había tenían menos de 100 hectáreas; y sólo un 6% superaba las 100 ha o las 200 ha. En 1997, durante mi gestión como ministro de la Producción, se promulga la Ley 6.807, para incentivar y estimular la exportación de azúcar, sobre la base de exenciones impositivas, que tomaba como parámetro el precio internacional del azúcar crudo: si estaba bajo, el incentivo fiscal era alto; si estaba arriba, el incentivo fiscal era bajo. En dos años se dio que por primera vez en la historia Tucumán superó el millón de toneladas de azúcar y no quedó ni un kilo. Lamentablemente, con el cambio de Gobierno, la norma fue derogada en 2000.

A partir de 1997 entra el tema de los biocombustibles; la Argentina se adhiere al protocolo de Kioto, con la ley de aire limpio, que permite lo que después será el nacimiento de la política de biocombustible. Pero la ley se sanciona en 2003, con el 5% de etanol -el maíz no existía, era solo azucarero-. Con los años, duele decirlo, la actividad se queda y el maíz avanza y producen más alcohol. Hoy, en pos de poner orden, el Gobierno determina que hagan mitad y mitad, pero la capacidad instalada de los cordobeses con el maíz es muy superior a la nuestra con la caña de azúcar. Primero se había promulgado la ley 26.093 y su decreto reglamentario 109/07. Pero fijaban normas basadas en la industria de los hidrocarburos y esto ponía fuera de competencia a las destilerías azucareras. Un fuerte “lobby” de la industria de Jujuy motivó la sanción de una ley específica para el etanol azucarero, la 26.334. Así, la caña de azúcar fue el único cultivo del país con una ley propia. Luego, ambas leyes fueron reemplazadas por la 27.640, ahora vigente.

En abril de 2013 se crea por ley el Instituto de Promoción del Azúcar y Alcohol de Tucumán (Ipaat); y en 2020, una nueva ley modifica las funciones originales de es organismo, y amplía su acción: a la fiscalización se sumarán la estimulación y la promoción del sector sucroalcoholero de la provincia. Entre ese año y 2021 -últimas cifras oficiales- se cuentan 6.500 cañeros en Tucumán. Casi la cantidad que había entre 1928 y 1929. Tema para reflexionar.

Los primeros en el mundo

Ernesto Saade - Ingeniero agrónomo

En el marco de la celebración de los 40 años continuos de democracia, se hará una síntesis -probablemente incompleta- de los principales eventos relacionados con la citricultura de Tucumán; en especial, con la expansión del limón. Numerosos eventos marcaron la actividad. Destacamos:

• Climáticos. Una fuerte sequía entre el verano de 1987 y noviembre 1989 redujo la producción a un 50%. Heladas intensas en 1989 y 2013 generaron una brusca caída de producción e importante mortandad de plantas -sobre todo, jóvenes-.

• Avances tecnológicos. En empaques se implementaron máquinas electrónicas para la clasificación de las frutas por tamaño, color y calidad, y automatización de procesos en general. El área industrial creció en volumen de proceso, debido a ampliaciones y a la instalación de nuevas industrias, incluyendo la primera planta de la Argentina para la producción y el envasado de jugos cítricos frescos, a inicios del milenio. También se implementó tecnología para eficientizar la extracción de subproductos, el tratamiento de efluentes y su automatización. A campo, se dio una importante ampliación del área de producción, lo que la convirtió en la tercera actividad en uso de superficie cultivable de Tucumán, luego de caña de azúcar y granos. Este incremento estuvo soportado por los aportes de los entes de investigación -en especial, la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres-: difusión de portainjertos y de variedades, genética que permite plantas de menor volumen de copa, cuidados culturales y fitosanitarios, nutrición y podas, entre otros. Otra innovación es la producción de plantas de viveros en invernaderos, bajo un sistema de certificación monitoreado por autoridades oficiales. Debido a las sequías y al desplazamiento del cultivo a áreas marginales se incorporó la tecnología de riego presurizado y localizado.

• Comercialización: se registró una expansión importante de fruta fresca, y Tucumán llegó a ser el primer exportador del hemisferio sur y el primer industrializador -lugar que aún ocupa en procesamiento-. Algunos industrializadores hicieron convenios con marcas mundialmente conocidas de subproductos, lo que dio un impulso a la eficientización de la producción y de los procesos. Pero la pérdida de competitividad dejó su huella y abrió oportunidad a otros países del hemisferio sur.

• Institucionales. Evolución de la Asociación Tucumana de Citrus (ATC) a la Asociación Citrícola del Noroeste Argentino (Acnoa), que incluye toda la actividad citrícola del NOA. Participación con autoridades nacionales -el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) y el Instituto Nacional de Semillas (Inase)- y entes provinciales en la temática de la citricultura.

Actualmente hay una reducción importante del área limonera debido a diversas causas, que se pueden sintetizar en dos: acción antrópica (competencia con valor inmobiliario) y sobreproducción. También hay una concentración en grandes empresas y productores eficientes.

Todo este crecimiento fue posible mediante la capacitación de recursos humanos en todos los estamentos de la actividad en temáticas tan variadas.

Con el impulso tecnológico

Daniel Ploper - Director técnico de la Eeaoc

En las últimas cuatro décadas, pocas actividades productivas ligadas a la agricultura y a la industrialización de sus productos registraron una evolución tan marcada en cuanto a generación y a incorporación de tecnología como la producción de granos, tanto a nivel nacional como en Tucumán. En la provincia, los principales cultivos estivales son soja, maíz, poroto y sorgo; los invernales, trigo y garbanzo. En soja, la oferta varietal a inicios de la década de 1980 era muy limitada, con mayoría de variedades provenientes de afuera -en particular, EEUU y Brasil-. El poroto tampoco contaba con buenas variedades. Ni el maíz, sin disponibilidad de híbridos y de variedades.

Además, para implantar estos cultivos se recurría a una labranza intensiva, que combinada con la fragilidad estructural de los suelos del este provincial y con las usuales precipitaciones estivales derivó en una gradual erosión de aquellos y en la consecuente pérdida de la productividad. La adopción de la siembra directa fue de las primeras innovaciones que revolucionaron el sector de granos. En la soja, este método y la disponibilidad de variedades transgénicas resistentes al glifosato produjeron, desde 1996, un notable aumento del área de cultivo en el país y en la provincia. Para entonces la oferta varietal había aumentado de la mano de varas compañías semilleras privadas y de las instituciones públicas.

SOJA.

Los otros cultivos también adoptaron rápidamente la siembra directa, debido a sus beneficios -mayor fertilidad física, química y biológica-, que posibilitaron la continuidad de la producción agrícola en la llanura deprimida y en la llanura chaco-pampeana de la provincia. La oferta de variedades y de híbridos, en maíz y sorgo, fue aumentando con los años en calidad y cantidad.

El aporte de la biotecnología fue clave. Además de genotipos transgénicos resistentes a distintos herbicidas en soja y maíz se agregaron aquellos con resistencia a insectos, con lo cual se logró disminuir notablemente las aplicaciones de agroquímicos.

Sin embargo, el uso de estas tecnologías, sin oír recomendaciones técnicas, no tardó en generar problemas: la aparición de biotipos de malezas resistentes a herbicidas y de insectos resistentes a insecticidas. Esto obligó a diseñar nuevas estrategias de manejo, que implicaron labores y costos extras. A eso se sumaron problemas sanitarios en soja, maíz y poroto, con pérdidas por las virosis en poroto, y el cancro del tallo, la mancha ojo de rana y los picudos en soja. Estos problemas fueron superados.

En síntesis, el sector de granos local evolucionó en estos 40 años en forma notable de la mano de innovaciones tecnológicas. Hoy se dispone de las mismas tecnologías de las principales regiones productoras del mundo -agricultura de precisión, enfoque sistémico y cultivos de servicios-. A veces, sumar estas tecnologías se complica, por la ecuación económica desfavorable a raíz de la excesiva carga tributaria que coloca la producción en desventaja respecto de otras similares en otras latitudes. Aun así, nuestros productores de granos siguen apostando al futuro e invirtiendo en la actividad.

Una caída irrecuperable

Patricio Altamirano - Productor - Presidente de la Mesa de Lechería de Tucumán

La actividad lechera en Tucumán sufrió altibajos durante los 40 años de democracia ininterrumpida, según el contexto que le tocó vivir. Si hiciésemos una reseña, podríamos decir que los años 80 fueron la época dorada de lechería en la provincia. Durante esos años se alcanzó una producción diaria de 120.000 litros a 140.000 litros, con los cuales se abastecía el mercado local y el de las provincias del noroeste -Salta, Jujuy, Santiago y Catamarca-. Podemos recordar la Cootam; sus productos, las publicidades. Una firma tucumana, que durante años tuvo presencia en todos los hogares de la provincia y del NOA.

Entrando a los 90, la lechería en Tucumán se empezó a ver afectada por las distintas políticas económicas. La convertibilidad golpeó duramente a la actividad, y hacia fines de esa década provocó el cierre definitivo de la Cootam. Esto dispersó la producción hacia otras regiones y generó el cierre de muchos tambos; en especial, los aledaños a la ciudad de Tucumán, centrándose la producción de leche casi exclusivamente en Trancas.

Con el inicio del siglo XXI, con la caída de la convertibilidad y con un contexto mundial favorable -la leche en polvo alcanzó su valor máximo histórico de U$S 5.000 la tonelada-, la actividad empezó a resurgir, y a incorporar tecnología y genética, en lo que se venía muy atrasado. De 2002 a 2010 se dio un crecimiento y una estabilidad en la producción lechera en Tucumán. Y aunque nunca se pudo alcanzar la cantidad de litros que se producían durante los 80, se llegó a una producción máxima de hasta 70.000 litros a 80.000 litros diarios, que hasta hoy se sostiene.

Imagen ilustrativa

Durante los últimos años algunas medidas económicas perjudicaron seriamente al sector. La implementación del “dólar soja”, las retenciones a la exportación de lácteos, el cepo a las importaciones de insumos, entre otros, volvieron a afectar y a poner en serio riesgo la actividad lechera; no solo en Tucumán, sino en todo el país. La situación actual es de público conocimiento: la lechería está viviendo una situación muy dura: cierran tambos, industrias; y hay un estancamiento en la producción general.

Estamos atravesando una de las peores crisis. La gran mayoría de los insumos está en dólares. Nosotros compramos en dólares y cobramos en pesos. Y esto agravado por la situación climática; sobre todo, de sequía, que este último año fue grave -en la zona de Trancas, en especial; se sabe qué está pasando con El Cadillal, que llegó a una cota mínima, lo que no se daba de hacía años-. Y aún no podemos recuperarnos.

De los más de 100 tambos que existían en la década del 80, actualmente Tucumán cuenta con 52 productores tamberos -gradualmente, desde fines de los 90 y durante estos últimos años han ido cerrando gran cantidad de ellos- Y estamos en el orden de los 70.000 litros a 75.000 litros diarios.

En particular, el llamado “dólar soja” perjudica seriamente a la actividad, porque provoca que aumente uno de los principales insumos que tenemos en la alimentación. La pagamos más cara, fruto de esta decisión económica de poner un precio diferenciado a la soja.